¡Hola a todos!
Pues nada, como ayer no pude colgar lo que había escrito porque me quedé sin WiFi en el hotel, hoy va ración doble. A continuación de esta entrada tenéis lo que había escrito para colgar ayer.
Escribo ya desde el aeropuerto de Estambul, donde hago escala en mi vuelo entre Delhi y Barcelona. Como todo lo que empieza se acaba, creo que es momento de darle el cierre al blog —en lo que respecta a este viaje, al menos— haciendo un pequeño balance en caliente de todo lo que he visto y me ha pasado durante estos casi veinte días (tochoalarma!! tochoalarma!!). ¡Toca ponerse serios!
Primero, decir que estoy absolutamente encantado con el viaje de este año y con cómo ha salido todo. Ni en mis sueños más húmedos podía imaginar que lo iba a pasar tan bien y que se me iba a pasar el tiempo tan rápido —este viaje ha durado casi una semana más que el del año pasado y se me ha hecho más corto. En gran parte esto es porque, para viajar solo, esta parte del mundo es mucho más agradecida que cualquiera de Europa. El año pasado tan apenas hablé con nadie en todos los días, y aquí me ha costado encontrar ratos en los que estar callado. Bien sea por la gente de por la calle, o por la que he conocido en los alojamientos, realmente no me he sentido como un viajero solitario en ningún momento. Pero bueno, al lío. Este viaje ha estado lleno de sorpresas: algunas muy buenas, y otras que me han dejado un poco más frío. Vamos por partes.
India
Me ha encantado viajar por la India. Sin paliativos; la experiencia es intensa e increíble. Pero, al mismo tiempo, mentiría si dijera que me ha parecido todo estupendo y maravilloso. Quizás sea porque, como dice mucha gente, ha de pasar un tiempo antes de que me cautive por completo, pero lo cierto es que ha habido un par de cosas que me han decepcionado un poco de la India. La primera, relacionada con los monumentos y las cosas que hay para ver. En general, me han desencatado más que enamorado. Como os he ido contando estos días, hay muchas cosas que de lejos son preciosas, pero que a medida que te vas acercando… van perdiendo todo el encanto. Por otro lado, la segunda cosa, ha sido la gente y la sociedad india. Me he encontrado con gente maravillosa, sí, pero como en tantas otras partes del mundo. Sin embargo, aquí he visto cosas que no había visto nunca y que me han desagradado mucho. La indiferencia —o peor, desprecio— que la gente de la calle destila hacia las castas más bajas, la crueldad de cómo tienen estructurada su sociedad… no lo sé, la verdad es que no me ha gustado. No paro de preguntarme a mí mismo por qué las sociedades islámicas tienen tan mala fama y por qué la india la tiene tan buena, cuando en realidad se parecen en muchas más cosas —negativas— de lo que parece.
Pero, por el lado positivo, que en mi caso se come al negativo —pero no lo borra, lo que no me gusta no me gusta—, lo increíble de un viaje a la India es la mera experiencia de hacerlo. Es por ello que creo que yo también tuve un problema de base, de mentalización: venía a India con la esperanza de ver monumentos y ciudades que me hicieran caer la baba y con esperanza de conocer gente amable y encantadora —la famosa sonrisa de los niños indios. Y creo que ese planteamiento es incorrecto porque, al venir a la India, es mejor que vengas sin esperar nada. Ni para bien, ni para mal. Es difícil, pero creo que lo mejor es venir con la mente en blanco y dispuesto a asumir todo lo que vayas encontrando. Si lo que quieres es un viaje de «ver cosas», de sightseeing como dicen los ingleses, Europa es el destino. En otros lugares puedes ver muchas cosas interesantes y preciosas, pero en ninguno tan bien cuidadas y tan concentradas en poco espacio. Y por otro lado, es incorrecto en cuanto a la gente porque por donde he viajado, Delhi, Agra y el Rajastán, los indios están —hablo generalizando, ojo— muy hechos al turista y te tratan como a una cartera con patas, lo que hace muy difícil disfrutar plenamente de las conversaciones con ellos porque estás constantemente en guardia para que no te la claven. Estoy seguro de que en otras zonas del país menos transitadas, esto será diferente.
Pero bueno, como decía: la experiencia es lo realmente potente de un viaje a India. Enfrentarte a continuas paradojas y contradicciones, lidiar con situaciones nuevas en un entorno que, en principio, se hace bastante hostil, y básicamente, procurar sobrevivir. Porque, sobretodo nada más llegar, el bofetón —cultural, olfativo, sensorial, etc.— que te llevas es bastante elegante. Esa es precisamente una de las paradojas de viajar a India: no es un viaje en absoluto fácil, ni aún menos relajado, porque constantemente tienes que estar luchando contra el entorno para hacerte tu pequeño hueco, pero al mismo tiempo es un viaje tremendamente agradecido. Siempre todo el mundo te dice que para ir a la India hay que estar preparado, y en cierto modo creo que es verdad. No creo que haya que entrenar nada, porque fundamentalmente da igual que te mentalices de cosas concretas: nunca encontrarás lo que esperabas encontrar. Para mí, cualquier persona puede venir, pero con tres condiciones indispensables: mucha flexibilidad, muy buen humor, y con la mente muy abierta. Si alguno de estos tres factores falla, dudo que el viaje pueda salir bien. Pero si vienes con esa actitud, la experiencia puede ser realmente intensa e increíble.
Pakistán
Por otro lado, está Pakistán. O bueno, más bien Lahore, porque es lo único que he visto. Precisamente por eso, y por haber estado solo cuatro días, me resulta difícil hacer un juicio de valor, pero han sido cuatro de los días más potentes y bonitos de mi vida. A cualquiera que esté en la India y que vaya a ir a Amritsar, sin ninguna duda le diría que pasara a Lahore a estar unos cuantos días. Cuando piensas en Pakistán, inevitablemente piensas en barbudos tirando ácido a la cara de niñas y a talibanes perseguidos por drones, y desde luego que eso está ahí, sería absurdo negarlo. Pero igual de absurdo sería quedarse solo con eso. Se trata de un territorio potencialmente peligroso, y desde luego hay zonas del país que es mejor mirar solo desde el mapa. Pero también hay zonas perfecta —o, como mínimo— razonablemente seguras, y que ofrecen unas recompensas increíbles al que se atreve a ir. Hablo por mi, en menor medida, y por la gente que conocí en el hostel, principalmente. Siempre antes de ir a Pakistán hay que llevar un seguimiento de las noticias para ver qué zonas son visitables y cuáles no, porque como todo en esta vida, eso va cambiando con el tiempo. Esperemos que dentro de poco podamos hablar de un Pakistán completamente seguro para el viajero —y para sus habitantes. Porque sus habitantes son, desde luego, el mayor activo de este país. O por lo menos, gran parte de sus habitantes y con los que, viajando por aquí, vas a entrar en contacto.
Vamos, que…
…que en definitiva estoy encantado con la experiencia de estos días, y que os la recomiendo a todos y cada uno de los que leáis esto, ¡sin ninguna duda! Bien sea por vuestra cuenta, en viaje organizado, o como os dé la gana, pero creo que merece mucho la pena conocer de primera mano todo esto. Si alguno os animáis, quizá volváis encantados o quizá horrorizados, nunca se sabe. Pero como os decía, dejar que sea la experiencia la que os condicione vuestra opinión, y no al revés. ¿Me ha cambiado la vida el viaje a India? Pues no lo sé, ese es otro de los temas que siempre se dicen de este viaje, y creo que será el tiempo el que lo diga. Lo que sí he hecho ha sido aprender mucho, pero mucho, y he estimulado mi vena de viajero independiente como nunca había hecho. No sé si ha cambiado mi visión sobre la vida, pero sí que ha cambiado mi visión sobre viajar.
Ahora, una vez que se acaba este viaje, comienza otro periodo estupendo, que es el de retocar y organizar las fotos y empezar a preparar el siguiente. Porque desde luego, espero que haya siguiente, y que sea solo o acompañado, estéis vosotros ahí para comentar y dar calorcico humano en la distancia. ¡Pero qué remajos que sois, releche! No sabéis la compañía que hacéis simplemente metiéndoos a curiosear aquí, porque cada noche cuando escribía y veía el número de visitas me ponía tó contento y tó henchido de gozo. Ojalá lo hayáis pasado leyendo esto la mitad de bien de lo que yo lo he hecho escribiéndolo. ¡Me siento muy afortunado de poder viajar con todos mis amigos!
¡Muchas gracias a todos!
¡Hasta la próxima!